jueves, 27 de octubre de 2011

Coldplay & ¡viva la vida!

Antes de empezar quiero dejar claro que sigo a Coldplay pero no son mi grupo favorito ni soy una fan-fatal del mismo. Aunque reconozco que éste ha sido mi segundo concierto y me apuntaría a un tercero con los ojos cerrados. Aprovecharé mi supuesta objetividad como simple aficionada a la música de este grupo para describir lo que fue el concierto.
En primer lugar, si estabas bien situado (como lo estaba yo) en un lugar con techo, disfrutar era mucho más fácil. Porque llovió. Y de qué manera, chatos.


Pero eso no impidió que fuera un concierto alucinante. Se trataba de la presentación a nivel mundial de su nuevo disco: Mylo Xyloto. Así que podéis imaginar el despliegue de medios para cubrir el evento e intentar que nadie se fuera a casa defrudado. No olvidemos que uno de los objetivos es, además de dar a conocer su nuevo trabajo, que éste sea lo suficientemente atractivo como para que medio mundo haga una de estas dos cosas: compre el CD o adquiera una entrada para próximos conciertos. Osea, la pasta y la fama.
Para ello contaron con el prestigioso Anton Corbijn  (http://es.wikipedia.org/wiki/Anton_Corbijn) para la retransmisión mundial del concierto por Internet, además de muchos efectos de los que suelen dejar al público entregado y con la boca abierta, dispuesto a perder la sensibilidad en las palmas de las manos a base de aplaudir: fuegos artificiales, pelotas botando entre el público, y miles de mariposas de papel de colores volando entre los asistentes. Nada nuevo pero 100% efectivo para hacerlo bonito.


En cualquier caso, fue un concierto estupendo porque lo principal es que la gente estaba ansiosa, receptiva, colaboradora y muy dispuesta a disfrutar. Y eso Chris Martin sabe aprovecharlo. Desde mi corta experiencia como observadora de este grupo en directo, he visto que el tío se lo curra en el escenario para intentar implicar al público de mil formas: habla algo de español (no, en éste post no hablaré de Gwyneth, pero todo se andará), invita a hacer los coros, siempre dando las gracias por los gestos cómplices que la gente tenía con él.
Creo que el anterior concierto, donde presentaron su disco Viva la Vida, me gustó más; quizá el sonido era algo mejor. También creo que en el de ayer fue un fallo gordo por su parte no responder a las peticiones de bis del público. Eso siempre, siempre hay que darlo si lo piden. Para estar tan preparado y levantar tanta expectación, se esperaba algo más de entrega en ese sentido. No se podía creer que no hubiera una segunda entrega con algún temilla preparado por si acaso.


De todas formas, me encantó y creo que al mundo entero, en su mayor parte, también. Estas cosas siempre suelen dejar un buen sabor de boca el día después, y si queréis más pruebas de que eso ha sido así, os invito a visitar cualquier crónica en los periódicos nacionales. Resumiendo: por mi parte, notable alto para estos chicos.

viernes, 21 de octubre de 2011

Cosas insignificantes que te alegran el día

A todos nos pasa: vamos por el mundo de mala manera porque nos levantamos de mala leche. Luego, dependiendo de cómo haya ido el día, nos acostamos en el mismo estado o no. ¿Qué cosas hay en esta vida, que aún siendo insignificantes, pueden alegrarnos las 14 horas que venimos estando en vertical? Cada uno tendrá su lista personal, pero como éste es mi blog, voy a poner aquí algunas de las que me gustan a mí.
Los pájaros. Están por todas partes, y aunque no son mi fuerte ni entiendo de ellos, ver los pájaros me gusta. No hace falta estar en el campo. Todavía recuerdo un día en el, esperando para ir a la Facultad, ví un petirrojo. Es de los pocos que sé reconocer. Hará como 13 años de esto, pero aún tengo fresco ese recuerdo. Los gorriones me encantan, tan redonditos, dan ganas de engancharlos y apretujarlos como si fueran un cojincito pequeño como esos donde las madres "aparcan" las agujas y alfileres. ¿Por qué no les prestamos atención, con lo majos que parecen?


Otra cosa estúpida que me gusta hacer: beber agua. ¿Quién dice que no tiene sabor? Será la de manantial, la de mi grifo sabe, y sabe rica. No es fácil encontrarle el punto a la temperatura, pero si consigo esa mezcla de 3/4 de fría de la nevera y 1/4 del tiempo en sus justas medidas, me hago la ola. Es un lujo de lo más económico. ¡Y no hace falta tener sed amigos!

Uno de los lujos más baratos y confesables es la siesta. Yo, personalmente, soy una fan fatal de esta práctica. Ejerzo casi todos los días, aunque muy a menudo me sale el tiro por la culata y no consigo más que dar una cabezada torpe que me deja dolor de cabeza. Pero esos 30-40 minutos de auto homenaje, donde reposas a mitad de la jornada, son impagables. ¿Por qué no aprenden de Google las empresas españolas? ¡Lo que nos íbamos a ahorrar en Gelocatiles!


Hay algo más que compartimos casi todos a la hora de elegir algo que nos gusta: reir. Quiero decir reir con ganas. ¿Existe algo más fácil y más difícil a la vez? Una vez leí que el ser humano, según va haciéndose adulto, fabrica menos hormonas de la felicidad, esto es: endorfinas, que son las encargadas de predisponernos a la risa. ¿Es que nadie se acuerda de cuánto nos reimos en la adolescencia? Porque yo no hacía otra cosa... Y aunque sea cada día un poco más difícil, ¿a quién no le alegra el día un chiste, aunque sea tan malo que queramos salir del país corriendo y no volver jamás?


martes, 18 de octubre de 2011

El club de la lucha (Chuck Palahniuk)

Hace tiempo que tuve la suerte de tener esta novela entre manos. No recuerdo los detalles, pero no importa. Hacía tiempo que no leía una historia tan original, con unos personajes tan redondos, un protagonista tan contradictorio y a la vez tan irresistible. Alguien que sabe que no es un héroe. Tan humano, en una palabra. Y es que ¿no estáis algo cansados de esos best-seller en los que el protagonista es siempre alguien especial? ¿Uno entre un millón? No siempre una historia del tipo de la de Tyler Durden consigue enganchar a todo el mundo. Porque tiene mucho de extrema. Pensad que todo en la novela rodea al hecho de que los fines de semana montones de jóvenes oficinistas insatisfechos, se ostian entre ellos sin ningún objetivo aparente. Inquietante, ¿no?

Es verdad que en su día se trató de una novela rompedora y polémica. Y fue adapatada al cine por David Fincher con bastante éxito. Y es que esto de llevar novelas al cine es algo que me provoca una reacción de amor-odio casi siempre (hay excepciones). Tengo la sensación de que, a pesar de que la peli tuvo un éxito pero que muy considerable, no llegó a generar la polémica que sí consiguió en su día la novela. Y es que hay cosas que sólo pasan en el mundo literario. Me refiero principalmente a lo que yo llamaría sorpresa intelectual. Esto es: de repente entender una realidad que nunca antes te habías planteado. Verlo en cine, a través de los ojos de un director, teniendo en cuenta los matices de los actores, que si la iluminación, que si los guiones... Que si hay que dedicar siempre un momento a la comparación con el libro... Es mucho trabajo. Y sí, puede llegar a sorprendernos una película, claro. Pero solamente a ciertos niveles. Tengamos en cuenta que siempre esperamos cosas sorprendentes en una película, no es nada novedoso que lleguen los extraterrestres, que caiga una bomba nuclear en algún sitio, o que al final Bruce Willis estuviera muerto. Nunca viene a ser lo mismo que abrir un libro, devorarlo y digerirlo por nosotros mismos. Son varios días de digestión al más puro estilo boa constrictor. Estas otras digestiones pasadas por la turmix del cine suelen estar bien, pero pocas te dejan con la boca abierta, pensando: ¡¿pero SERÁ POSIBLE...?!


jueves, 13 de octubre de 2011

El nazi y el peluquero (Edgar Hilsenrath)

No se trata de otra repetitiva historia sobre la Segunda Guerra Mundial. Es más bien la historia de una persona que fueron dos. ¿Alguna vez os habéis preguntado cómo sucedió que se nos fue de las manos la barbarie "antihumana" del Tercer Reich? ¿Quiénes fueron las personas anónimas, los Günter, las Anke, los Hans, que vivieron aquello, desde cualquier punto de vista o bando? ¿Cómo era el día a día que hizo que las cosas fueran como fueron?
Esta novela, sencilla de principio a fin, me quitó el sueño algunas noches mientras la leía. Puedo decir muchas cosas de ella: profundísima y humana, te hará reflexionar a menudo sobre los avatares de la Historia. Y de la vida.

El Nazi y El Peluquero cuenta los devenires de un pobre diablo, Max Schulz, del que nunca sabremos si es una víctima de la sociedad,  buscavidas en la peor de las situaciones, o simplemente mala persona. ¿Qué nos hace ser como somos? ¿Por qué no puede decirse que Max es bueno ni malo? Siempre es interesante conocer cómo las personas nos vamos adaptando a las situaciones más difíciles sin llegar a saber muy bien por qué, cómo, ni con qué motivo. Las cosas a veces sencillamente, ocurren.
Debemos saber que, entre los millares de personas afines al régimen totalitario y nacionalsocialista de Hitler (también añadiría inhumano), muchos eran colaboradores plenamente convencidos de su misión para con su país. Ésa es una de las cuestiones por las que consiguió tantos seguidores: la idea de poner a Alemania donde realmente merecía. Con este sobadísimo y anticuado argumento, se puso en marcha una máquina cuyos engranajes eran personas de carne y hueso, que después de hacer su trabajo en los campos de concentración, se iban a cenar con sus familias y daban un beso de buenas noches a sus hijos. Verdaramente, esto fue así. ¿Nunca os habéis preguntado por estas personas? ¿qué les movía? A algunas, nada en particular. Así de duro.
¿Y qué fue de aquella enorme cantidad de colaboradores del Gobierno, funcionarios, militares, alcaldes, simples simpatizantes? ¿Dónde fueron después de perder la Guerra?
En relidad Max nunca llega a plantearse todas estas cuestiones, sino que se limita a contarnos qué cosas pasaron y cómo las llegó a torear. Y luego es cada uno quien se cuestiona el resto.


lunes, 10 de octubre de 2011

Poeta espontáneo "Hollywood style"

Esta foto no tiene, como veréis, nada de particular. Es, efectivamente, un "cacho de papel"; y digo "cacho" porque está malamente arrancada de un cuaderno sin ningún glamour. Pero aquí el protagonista no es el continente. La historia de este cacho de papel que llevo conmigo desde hace casi catorce años es lo más parecido que he vivido a una comedia romántica al mayor nivel Hollywood style ;).
Yo era una bibliotecaria becada en la Facultad de Ciencias Políticas de la Complu, donde vivía feliz colocando mis libros, haciendo mis carnéts de usuario y apuntando con mi pistola de lector láser a todo aquel que me parecía bien. Era y es una biblioteca muy transitada, con un grandísimo número de alumnos y donde había trajín. Lógicamente, yo ya tenía algunos conocidos entre los estudiantes que pasaban por allí casi cada día y con los que mantenía una preciosa relación bibliotecaria-estudiante, teniendo en cuenta que éramos todos mocitos y de edades parecidas.
Un día, en el autobús que cogía para volver a casa, sucedió que me senté en el único asiento que quedaba libre. No le dí la mayor importancia hasta que llegamos al final del trayecto. Allí, el chico que viajaba a mi lado, arrancó el cacho papel protagonista de esta historia, y me lo dió diciendo: "Toma, es para tí. Lo he escrito mientras venías sentada a mi lado."
Era verdad, yo lo había visto garabatear en un cuaderno y hacer tachones. Cogí el papel y él se fué, supongo, llenito de vergüenza. Cuando leí ví que se trataba de un poema. Y era  precioso. ¡Lo había escrito para mí! ¡en vivo y en directo! ¡inspirado en mi persona mientras yo leía un libro despreocupada! ¿Podéis imaginar mi cara en la boca de metro, con el papel en la mano y mirando alejarse a este chico? Todavía recuerdo su nombre. Y la fecha exacta de aquel día. Si tuviera una caja fuerte, lo metería dentro.
Nunca me ha pasado nada tan increíble, o al menos, tan románticamente espontáneo.
En fin, estas cosas también nos pasan a las humildes chicas de barrio, existen poetas trotando por este mundo que pueden hacernos felices con cualquier cacho papel, escrito de cualquier manera, pero donde somos absolutas protagonistas. Porque nosotras lo valemos.

jueves, 6 de octubre de 2011

¿Entonces soy mala persona?

Bueno, aquí va la bomba informativa: Demi Moore ha sido engañada vilmente por su macizorro marido, que además, podría ser su hijo. Y aquí viene mi profunda reflexión: al saberlo reonozco abiertamente que me he alegrado un poco. En realidad lo mismo me da que me da lo mismo, sin embargo... ese quién sabe qué es, pero se parece un poco a un subidón anímico de saber del mal ajeno estaba ahí. ¿Y a mí esa señora qué me ha hecho? Pues nada. Pobre mujer. Y que conste que soy una defensora del amor parejil, sin diferenciar en sexos, edades o estatus sociales. Pero es que se liga a semejante chaval, el tío encantado de la vida, se casa con ella aún sabiendo que la diferencia de edad le impedirá cosas como ser padre, o le condenará a una madurez con una persona directamente vieja (no quiero ser peyorativa, léase como un mero epíteto).
En fin, él sabrá. En el fondo creo que lo que peor me sentaba de todo era verlos cada dos por tres en fotos preciosas, con paisajes increíbles, en lugares exóticos, o en fiestas mega-glamurosas; ella: estupenda, él: macizorro como siempre. En algún lugar leí que ella había gastado más de 8.000 € en arreglarse en quirófano desde que salía con Kutcher. Así cualquiera. El caso es que películas, lo que se dice hacer películas, ni una. Pero daba igual, todo el día subiendo a Twitter fotos de sus viajes, de sus disfraces y de sus coñas de cama. Invito a hacer las búsquedas pertinentes. Así no hay quien aguante de pié si te da por hacer comparaciones. Total, que al final resulta que todos somos gente normal, unos más guapos que otros, y con más dinero. Pero si a mí mi novillo no me friega el suelo del baño, a ésta le pone los cuernos. Y eso, parece que no, pero ayuda a estar más conforme contigo misma. Porque, en ese sentido, al final te he ganado, Demi. Sin hacer tanto el paripé por las revistas ni las redes sociales. Y mi chico también está cañón.

lunes, 3 de octubre de 2011

Mensajes de amor


Empezamos la serie de etiquetas "Cada foto con su historia" con esta foto tomada en Verona. Los más leídos ya se estarán oliendo que la historia de esta foto estará relacionada con otra historia, muuucho más conocida, que es el romance entre Romeo y Julieta, que Shakespeare situó en esta ciudad (a pesar de no haberla pisado nunca).
Esta imagen pertence a la entrada de la que se conoce como "Casa de Julieta", una visita turística sin mayor importancia puesto que no se trata de la casa de los Capuleto ni mucho menos, sino simple y llanamente una residencia que pudiera datar de la época (S. XVI) y que, para dar mejor en el papel, dispone de un precioso balcón donde los turistas se hacen fotos pensando que desde allí recibía Julieta a su amado. En realidad, no se sabe a ciencia cierta si los Capuleto y Montesco fueron familias procedentes de Verona, aunque sí parece probado que ambas existieron.
El caso es que la entrada a este edificio posee una curiosidad: y son los miles de mensajes de amor que los turistas van pegando a sus paredes. Como podéis ver, las hay de todo tipo y en todos los idiomas. Supe que periódicamente las van retirando, como es lógico, porque el número de notas nunca deja de crecer.
Siempre me ha gustado esta foto, creo que es un recuerdo curioso y que me hace pensar que cualquier excusa es buena para tener un gesto romántico. Y esto, no nos engañemos, es más fácil cuando uno es turista y vulnerable :)

Dudas profundas con un obrero en casa

Hoy tengo 1 obrero en casa. Sí, uno. La cantidad es humilde, pero los tiempos no están para ir contratando empleados con unos emolumentos de unos 500€ por la mano de obra (sin contar el material) por lo que calculo serán unas tres horas de trabajo... Para lo que hemos encargado tampoco hace falta más (digo operarios, no gastos). En fin, que me voy del tema.
El caso es: ¿cuántas dudas surgen cuando tiene uno a otra persona en casa? Alguien a quien has dejado entrar en la intimidad del hogar y, como en mi caso, ha llegado a ver tus camas deshechas y a tí sin peinar; pero que no tiene estatus de "invitado" como tal. No le hemos pedido que se siente en los sofás ni él se ha sentido con la libertad de hacerlo. Sin embargo, ¿Cómo es esta "nano-relación" de unas horas en las que tú, aunque no quieras, eres un poco anfitrión? ¿Lo tratas de usted? Si ves que saca el material pero lo hace sin cuidado, dejando las herramientas en tu inmaculada tarima hiper sensible a rayazos, ¿le dices algo? ¿Y el momento de "¿quiere usted tomar algo?"? Eso si ya has resuelto aquello de tutearlo o no. Yo lo he estado pensando: ¿se lo digo o no se lo digo? ¿son horas de un café o preferirá un carajillo? ¡Ay madre, si no me queda azúcar! Al final me ha dicho que no y aquí paz y después gloria.
Mi reflexión es: que en este mundo de las obras en casa un pajarillo debe saber tomar decisiones, y más teniendo en cuenta que puedes conseguir ciertos beneficios siendo amable, eso es más antiguo que chantajear a las madres. Todo en esta vida supone decidir el "¿lo hago o no lo hago?", y si lo hago "¿cómo lo hago?". Y luego cerrar los ojos, cruzar los dedos y pensar "por favor, que me quede azúcar y sea lo que Dios quiera".